jueves, 21 de junio de 2007

Relato 02

“Cuando yo era niño …”

Siempre comenzaba igual sus historias cuando nos reuníamos en la mesa de la cocina al calor del brasero. Y es que mi abuelo Alonso, que falleció el verano pasado, siempre tenía a punto una historia con la que entretenernos a mi hermana y a mi, sus únicos nietos.

Algo que siempre le asombraba era la enorme cantidad y variedad de coches que hoy en día nos encontramos en cualquier lugar al que vayamos. Y un par de veces al año nos relataba como vivió la llegada de los nuevos medios de locomoción a su localidad natal, Viñuela de Sayago, población a unos 30 Km. al suroeste de Zamora.

Ante todo hay que situar la acción en la década de los años 30 del siglo pasado.

Mi abuelo tenía 8 o 9 años cuando un día, jugando en el pueblo, oyeron rumores de que alguien se acercaba en “titicleta”. Como el pueblo se encuentra en un pequeño valle, todos los niños subieron la cuesta para ver esa “titicleta” que llegaba, acompañados de algún adulto que se mostraba igual de curioso y que les informó que eso que venía realmente se llamaba bicicleta.

Y apareció. La primera bicicleta que piso el pueblo de Viñuela de Sayago pertenecía al cartero que suministraba la correspondencia a toda la zona de Sayago. Cuando la bicicleta empezó a descender hacia el pueblo, todos los niños, y algún adulto, empezaron a correr a la par. Casi se podía decir que ese día fue un día especial, casi de fiesta ante la novedad. Cuando el cartero empezó a repartir la correspondencia, todos miraban asombrados ese artilugio. Le prestaban más atención a la bicicleta que a las letras que les llegaban de amigos y familiares, algunos de ellos a miles de kilómetros de distancia. Cuando el cartero dejó el pueblo, tuvo que subir una cuesta, ayudado por toda la chavalería, y algún adulto, que iban a la par empujándole.

Pues si fue toda una novedad ver una bicicleta en el pueblo, imaginaros un auto, que era como lo llamaban. Primero empezaron a llegar noticias de que se estaba construyendo una carretera desde Zamora a Ledesma y que pasaría por el pueblo con lo que la construcción de la carretera ya fue motivo suficiente de entretenimiento para los chavales, cuando no ayudaban en casa o en las labores de siembra y recogida del cereal. Pero el día más impactante fue cuando oyeron acercarse el primer coche. Es más, lo oyeron con tanta antelación que hasta que lo divisaron pasó mucho tiempo, “por lo menos 1 hora” decía mi abuelo. Y allí estaba el primer auto que pisaría Viñuela de Sayago y que pertenecía al médico que consultaba en la zona de Sayago.

Y del mismo modo que sucediera unos años antes con la “titicleta”, todos los chavales, y algún adulto, corrieron a la par del coche mientras descendía hacia el pueblo y lo empujaban cuando se topaba con la cuesta a la hora de dejar la población. Incluso algún mozo se llevó un doble coscorrón al intentar subirse al coche en marcha, el primero propinado por el médico que conducía el auto y el segundo por el padre al enterarse de lo que había intentado hacer.

Y estas historias son parte del legado que nos dejó mi abuelo sobre su infancia y que yo ahora aprovecho para compartirlas contigo.

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