Nací en un pueblo pequeño de montaña. Todos los del pueblo éramos como una familia. Cuando yo tenía 3 años empezó la guerra civil. De esa guerra recuerdo que se marcharon algunos hombres del pueblo y que algunos murieron y otros volvieron mutilados. También recuerdo que un día llegaron al pueblo unos soldados árabes y se establecieron allí; algunos hacían fuego en la calle para hacer su comida, otros entraban en las casas a comer, hacían un té que lo llamábamos “té moruno”. A mí me cogían en brazos, me besaban y me daban té de su misma taza. Después de un tiempo, se marcharon todos.
Los montes eran de todos. Se utilizaban para pastar el ganado. Había muchos bosques de hayas, de robles y de acebos, se podían cortar árboles cuando algún vecino construía una casa y necesitaba madera para vigas, puertas etc. Y también servían para abastecerse de leña (era el único combustible que había).
Mi pueblo tiene una iglesia, con su párroco, y una escuela unitaria donde todos y todas aprendimos a leer, a escribir, las matemáticas básicas, geografía, historia, ciencias naturales, urbanidad, etc.
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