martes, 17 de julio de 2007

Relato Manuel - Cap. IV

Capítulo IV: Avilés año 1.953

Este año fue cuando a mi padre le tocó coger los trastos y venir a trabajar a la nueva fabrica que ya empezaba producir. Está instalada en una zona que hace siglos había sido costa y sus bases se asentaban sobre arena de mar y pinares que también le llegó a ser útil para el desbaste del producto años después en el “Twin” y luego pasaba al “Puli”, donde el producto se pulía y después se pasaba a explotación donde se controlaban los defectos y se cortaban a medidas comerciales antes de embalar en cajas y cargar para el transporte, normalmente por carretera y ferrocarril.

Mi padre que tenía oficio artesano trabajó en el taller de mantenimiento donde con el tiempo yo trabajé unos años y que por tener la oportunidad de estudiar pasé a oficinas, también de mantenimiento. Los estudios que me permití hacer tenía de compañeros a los aprendices del taller para formar los futuros mecánicos y eléctricos que sustituyeran a los de origen y otros autóctonos también incorporados. Tengo en mente a todos los compañeros de entonces, varios de ellos ya no están entre nosotros, bien por ley natural o peor por enfermedad o accidente, que también los hubo.

Según un señor muy cualificado de Avilés, en general la gente que arribamos con la empresa y por la empresa siempre han dado muestras de ser buena gente. Prueba de ello es que hoy día están tan integrados que si no lo decimos no nos distinguen. A parte los que nos mezclamos casándonos entre autóctonos y autóctonas que con pequeñas diferencias por las circunstancias de la época limitaban en cierta medida nuestra llegada y convivencia cuando se trata de ligar en los bailes de Trasona, Villalegre, Candás, Luanco, Peñaullán; Salinas, e incluso Grado. Con los años este estado llegó a normalizarse para mejor.

Como ven en mi relato pretendo no pormenorizar y no personalizar para no herir susceptibilidades. Simplemente se trata de recordar las vivencias de una época.

Manolo

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